PilarAlhambra
  TRITON
 

El mundo de la mitología es muy variado y muy amplio, buscando entre papeles y recordando que alguien me habló de ello, pensé en las sirenas. Como seres mitológicos son fascinantes, pero hay otro ser mitológico que creo merece atención, por menos conocio talvéz, pero no menos fascinante y miserioso. Triton

Tritón (en griego Τρíτων) es una criatura perteneciente a la mitología griega. Por lo general se le considera hijo de Posidón y Anfitrite. Tiene una hermana llamada Rode.
Vive en el mar pero en las leyendas tardías se dice que es el dios del lago Tritonis de Libia. En este caso se presenta a Tritón como padre de Palas, que fue compañera de juego de Atenea, muerta por ésta de manera accidental.
Tritón aparece en la leyenda de los Argonautas, indicándoles la ruta a seguir para llegar al mar Mediterráneo.
Es frecuente aplicar el nombre de tritón o tritones a una serie de criaturas que forman el cortejo de Posidón. Se les representa con el torso de hombre y la parte inferior como un pez, tocando o soplando una concha marina a modo de instrumento musical.


El dios del mar Tritón era hijo de Poseidón, el regidor divino de los mares, y de Anfritrite. Se le representaba habitualmente como una sirena masculina, una criatura con la parte superior del cuerpo de un hombre sobre una o incluso dos largas colas de pez. Sus atributos incluían un tridente y un largo y curvado cuerno hecho de concha. Tritón tenía el poder de apaciguar las aguas turbulentas soplando a través de su cuerno de concha.
Para ser una divinidad tenía costumbres un poco casquivanas, pues cuentan que se entregaba a todo tipo de depravaciones y que seducía sin cuartel a toda muchacha que se acercaba a sus orillas. Era capaz de lo mejor y de lo peor, y por eso merecía su respeto.

Tritón es la versión masculina de la sirena y, al igual que ella, se le hace responsable de las tempestades. Habitualmente se le retrata como un anciano de barba blanco o verde, con cola de pez y un tridente entre las manos. Aunque en su origen Tritón era el nombre de esta divinidad marina, por extensión se le aplicó también a todos los seres que se consideraran parte de su cortejo, unos apuestos muchachos con torso de hombre y cola de pez.
El episodio más relevante en el que interviene Tritón se sitúa en el mar Mediterráneo donde cuenta la leyenda que se encontró con los tripulantes de la nave Argos. Los argonautas, al mando de Jasón, se vieron sorprendidos por una fuerte tempestad cuando viajaban en busca del Vellocino de Oro. La tripulación había sufrido ya múltiples peripecias y empezaban a estar cansados. Además, el empuje de las aguas los había desviado hacia la costa de Libia, donde habitaba el dios Tritón. Los hombres estaban asustados, pero para su sorpresa, Tritón los trató con hospitalidad, se comportó como un buen anfitrión y les enseñó un atajo que él conocía y que comunicaba su lago con el mar. De este modo, los argonautas pudieron continuar su camino en busca del bellocio de oro. Ésto es lo que cuenta Apolonio de Rodas en su obra Argonáutica (siglo III a.C.)


Orfeo sugirió que debían usar el gran tridente que Apolo le había regalado a Jasón y ofrecérselo a los dioses de la tierra tan pronto como hubieron cogido el tridente apareció ante ellos el gran dios Tritón adoptando el aspecto de un hombre joven y les habló. Tomó un poco de tierra y la alzó dando la bienvenida diciendo: "Aceptad este regalo, amigos. Aquí y ahora no tengo a nadie mejor a quien recibir sino a extranjeros como vosotros. Si os habéis perdido, como muchos otros viajeros en tierras extrañas, y queréis cruzar el mar de Libia, yo seré vuestro guía. Mi padre Poseidón me ha enseñado todos sus secretos y yo soy el rey de su litoral. Quizá hayáis oído hablar de mí aunque vengáis de tan lejos". Eufemo, agradecido, extendió su mano para recibir el presente y contestó: "Mi señor, si algo sabes sobre el mar de Minos y sobre el Peloponeso, te rogamos que nos lo digas. Lejos de tener intención de llegar hasta aquí, hemos sido arrastrados a los bordes de tu tierra por una fuerte galerna. Perdimos el rumbo de nuestra embarcación y llegamos a esta laguna. Ahora no tenemos ni idea de cómo salir y llegar hasta la tierra de Pelops".

Tritón, extendiendo su mano, señaló el mar distante y la boca profunda del lago. Al mismo tiempo explicó: "Esa es la salida al mar, las aguas tranquilas y oscuras marcan el punto más profundo, pero a cada lado hay playas en los que varar; desde aquí podéis ver la espuma. Lejos, en la distancia entre ellas hay una estrechura. Una vez que estéis en mar abierto, mantened la tierra a vuestra derecha y abrazad la costa hacia el norte. Cuando se acerque a vosotros y se aparte de nuevo tendréis que salir por el punto hacia donde se proyecta y seguir navegando recto". Animados por el dios, los Argonautas siguieron su rumbo. Mientras tanto, Tritón tomó el pesado tridente y se sumergió en las aguas. Todos pudieron verle descender y, aun así, en un momento había desaparecido, cerca de ellos, con su tridente. ]asón sacrificó una oveja en la proa con las siguientes palabras: "Dios del mar, tú que apareces ante nosotros en las orillas de estas aguas, sé gentil y concédenos el regreso feliz que deseamos".

Mientras rezaba cortó el cuello de su víctima y la arrojó al agua. El dios surgió de nuevo de las profundidades ya no transformado sino en su verdadera forma, y, tomando la proa de la embarcación, los condujo hacia mar abierto. El cuerpo del dios, por delante y por detrás, desde la corona de su cabeza hasta su cintura y de los pies a la cintura, era como el de los otros inmortales, aunque desde ahí no era más que como el de un monstruo con dos largas colas terminadas en un par de aletas con forma de luna creciente. Con las aletas removía el agua de la superficie y arrastró al Argo a mar abierto, donde lo lanzó en su ruta. Después se sumergió en el abismo y los Argonautas gritaron de maravilla ante una visión tan pavorosa e inspiradora» (Argonaútica, Libro IV).

En otras historias, Tritón -o los tritones- también tenían otro lado menos benevolente. Como si fuesen "sátiras del mar", los tritones tenían la mala costumbre de molestar a las mujeres que se bañasen en el mar y a los hombres jóvenes. En cierta ocasión, cuando Tritón corneó a un grupo de seguidoras del dios del vino y la vegetación Dioniso en Boecia, hubo una pelea entre los dos dioses, que terminó en una derrota para el dios marino. El gran héroe Hércules también dijo que en una ocasión tuvo que luchar con un monstruo marino llamado Tritón.

Hay leyendas que debería haber estado aquí desde hace mucho, porque es en este espacio donde nació. Ésta es la leyenda y, sin lugar a dudas, éste es su sitio:
"Hace tantos años como veces se ha recordado esta leyenda, un Tritón descendiente del primero y conocedor del destino que todos los suyos habían compartido, decidió darle la espalda a su estirpe y no reparar nunca en las Nereidas.
Consiguió que su naturaleza le obedeciera cada vez que su azulada cabellera se erizaba por el canto de alguna sirena, cerró sus fieros ojos a los destellos de sus colas y no volvió ni una vez su olímpica cabeza al compás de las estelas que sus cabellos dejaban entre las olas.
Y así la voluntad reinó la mitad de su vida, hasta que en un ocaso de especial belleza, el Tritón se fijó en una sencilla figura. Era una solitaria mujer temerosa de las profundidades que buscaba en la orilla cantos rodados para adornar su hogar. Se permitió contemplarla, pues no vio nada en ella que pudiese recordarle ningún pasado del que huir. Cuando pudo salir de la contemplación, el Tritón se había acercado tanto a la orilla que la mujer reparó en su presencia sin tiempo a camuflajes.
Entonces, la mujer lo observó y vio a un Tritón desconcertado de mirada de agua limpia y expectante, y sonrió admirada desde su dulce asombro. Por eso y no por la belleza, pudieron seguir acercándose despacio hasta tocarse sin recelo, porque ni la resistencia del Tritón ni la desconfianza de la mujer, tuvieron cabida en esa escena.
Así fue cómo la voluntad legendaria del hijo de Neptuno y la reserva atávica de la hija de Eva, fueron vencidas en un instante de amor. Y así fue cómo el tritón se convirtió en Hombre y la mujer en Sirena y pudieron recorrer juntos todos los mares y todas las tierras."

Otra leyenda hermosa es la de Tritón y la NinfaLuna, era algo así como....
Sucedió hace mucho, mucho tiempo, en lo que hoy es la isla de Rodas, bañada por el mar Egeo. Aquella era la morada de la ninfa Luna, bella y dulce, musa de poetas y artistas, habitante de un pueblo en el que todos la admiraban sin saber que les quedaba poco tiempo para disfrutar de su compañía.

Un día pasó por allí Tritón, rey de las aguas. Sus ojos eran de un azul intenso, como el mar que dominaba, su pelo negro, rizos que se enroscaban recordando los que se forman en la espuma del mar. Y quiso el destino, la historia o quién sabe, que sus ojos repararan en Luna, la ninfa de palidez destacada y rasgos limpios, suaves, quedando cegado por su belleza como tantos otros en el pasado habían quedado. Sin embargo, mientras otros enamorados habían aprovechado la fuerza con que Luna les había impactado para crear canciones, cuadros, historias, para extender su pasión a otros... Tritón no sabía quererla así. Pensaba en ella día y noche, la añoraba, la espiaba cuando era posible, imaginaba su voz, el sabor de sus besos, y todo él se volvía ira cuando pensaba que otros también disfrutaban mirándola y pensando en ella.

Un día, convencido de que sólo hacía falta que ella le conociera para que quedase prendada de él, se acercó... Pero pocas veces las cosas son tal como las imaginamos, y cuando llegó hasta ella alguien lo había hecho antes, robando el corazón de su bella ninfa Luna. Su nombre era Helios, dios del sol, aquel que iluminaba el mundo... y sumía el corazón de Tritón en la más profunda de las tinieblas. Sus esperanzas, desvanecidas, sus sueños, perdidos, sus deseos, burlados.
La ira empezó a crecer en su interior, los celos le atormentaron en noches oscuras y la locura se fue haciendo un espacio en su mente cada vez mayor. Llegó un punto en que la tortura que sufría cada noche se le hizo insoportable, y la cordura fue reducida a un pequeño rincón, casi olvidada. Y una de esas noches de rabia y dolor enloquecido, Tritón se dirigió hacia la morada de su amada Luna y empuñando una espada la mató de un certero golpe.

Con él se apagó la rabia, y se vio Tritón ante el cuerpo muerto de su sueño. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que había hecho, y de cómo al darle muerte a ella se había matado a sí mismo... pues cuando no quedan sueños, no queda vida, y Luna se había convertido en su único sueño. Asqueado de sí mismo, se retiró de nuevo a las aguas, su antiguo dominio, y nunca más se aventuró en el territorio de los demás seres.

El alma de Luna, a su muerte, subió a los cielos (tal vez fueron los dioses que quisieron situarla en lo alto, a la mayor distancia posible del mar en el que Tritón se había refugiado), y una forma redonda apareció en la noche, pálida como había sido ella en vida. Su reflejo caería muchas veces sobre el mar, para que Tritón no olvidara el resultado de su ira descontrolada, viendo cada noche el rostro inerte de su amada en el espejo de las aguas. Y Tritón, según fue pasando tiempo y tiempo en las aguas, sin salir, fue siendo parte de ellas, hasta que al día de hoy se cree que son ya la misma cosa... y que cuando las olas rugen furiosas y chocan contra los acantilados una y otra vez, no es otra cosa que su furia al recordar eternamente que mató a su amada Luna, incapaz de perdonarse.


Dedicado al mejor de los sueños y a la más vitalista de las realidades
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