PilarAlhambra
  LEYENDAS DE GRANADA
 

 

 

El nombre con el que se conoce este monumento, Alhambra, procede de una palabra musulmana cuyo significado es "Fortaleza Roja". Sin embargo, existen evidencias históricas de que la apariencia de la Alhambra era de un color blanco resplandeciente. Por tanto, ¿cuál es el motivo de se conociera como castillo rojo? La razón más aceptada por los historiadores está en su apresurada construcción. Debido a esta prisa, eran muchos los obreros que intervenían, y el color rojo provenía de sus hachas brillando al sol. Así mismo, por la noche se encendían fogatas para iluminar los trabajos de construcción, lo que también daba un aspecto rojizo para quien la observase desde la Vega de Granada.   

 

 

El soldado encantado

 

 

Existió en la antigüedad un estudiante de Salamanca que durante el verano se dedicaba a viajar y, cantando al son de su guitarra, conseguía fondos para pagar sus estudios.
Llegado a Granada, y celebrando la víspera de San Juan, reparó en la presencia de un extraño soldado ataviado de lanza y armadura.
Preguntándole a éste por su identidad, el soldado dijo estar padeciendo un encantamiento desde hacía 300 años: un alfaquí musulmán le conjuró a montar guardia al tesoro de Boabdil por toda la eternidad, dándole sólo licencia para salir de aquel escondrijo una vez cada 100 años...
Preguntó el estudiante cómo podía ayudarle. El soldado le ofreció la mitad del tesoro por él custodiado si le ayudaba a romper el hechizo: se precisaba de un sacerdote en ayuno y una joven cristiana. La joven no fue difícil de hallar, pero el único cura que encontró era un obeso adorador de los manjares, por lo que mucho le costó convencerlo, y sólo con la promesa de riqueza aceptó ayudarle.
Subieron aquella noche hasta el escondite, sito en la Alhambra, portando una cesta de comida para que el párroco saciase su gula una vez acabado el trabajo. Llegado ante una torre, las piedras de su pared se abrieron a la orden del soldado, dejando al descubierto una estancia con el formidable botín...
Una vez dentro, y mientras realizaban el sortilegio, el hambriento cura se abalanzó sobre la cesta y devoró un grueso capón. De repente estudiante, muchacha y sacerdote se encontraron en el exterior de la torre y la entrada sellada... ¡el hechizo se había roto demasiado pronto!
Fue así como el soldado perdió la oportunidad de escapar de tan cruel castigo, y los demás sus sueños de riquezas. Aunque al estudiante le pesaban los bolsillos, lo que le permitió vivir en paz y amor con la bella joven cristiana. 
 


 

 

Sala de los Abencerrajes

 

 

El nombre de Abencerrajes proviene del apellido de una familia de la nobleza de la época, que tenían sus viviendas en el interior de la Alhambra.

 

 

Dice la leyenda que esta familia tenía como rival político a otra llamada Zenetes, los cuales decidieron acabar con sus oponentes mediante una conspiración...

 

 

Así, inventaron una relación amorosa entre la sultana y uno de los Abencerrajes, para conseguir despertar los celos y la ira en el sultán...

 

 

El sultán, cegado por la consternación, y en ocasión de una fiesta en la sala que lleva el nombre de la familia, hizo decapitar sobre su fuente a los 37 caballeros que llevaban el nombre de Abencerrajes. Se cuenta que el color rojizo que aun hoy día se puede contemplar en la taza de la fuente, y en el canal que lleva su agua hasta la fuente del Patio de los Leones, se debe a las manchas de la sangre de los caballeros asesinados...


 

 

Fuente Patio Leones

 

 

Bendito sea Aquél que otorgó al iman Mohamed
las bellas ideas para engalanar sus mansiones.
Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas
que Dios ha hecho incomparables en su hermosura,
y una escultura de perlas de transparente claridad,
cuyos bordes se decoran con orla de aljófar?
Plata fundida corre entre las perlas,
a las que semeja belleza alba y pura.
En apariencia, agua y mármol parecen confundirse,
sin que sepamos cuál de ambos se desliza.
¿No ves cómo el agua se derrama en la taza,
pero sus caños la esconden enseguida?
Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,
lágrimas que esconde por miedo a un delator.
¿No es, en realidad, cual blanca nube
que vierte en los leones sus acequias
y parece la mano del califa, que, de mañana,
prodiga a los leones de la guerra sus favores?
Quien contempla los leones en actitud amenazante,
(sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo.
¡Oh descendiente de los Ansares, y no por línea indirecta,
herencia de nobleza, que a los fatuos desestima:
Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume
renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!» 

 

 

El reloj de sol

 

 

Otra de las leyendas a las que se les atribuye una componente científica de gran peso es la que sigue...

 

 

La Alhambra, toda en sí, puede considerarse como un gigantesco reloj de sol. Esto se debe a que a la hora del mediodía solar todas las dependencias quedan divididas justamente por la mitad debido a la sombra.

 

 

De la misma manera que en un reloj solar se puede seguir el paso de las horas por el corrimiento de la sombra, en la Alhambra es posible hacerlo en cada una de sus estancias...

 

 

Este hecho es más fácil de observar en invierno, debido a la baja órbita del Sol.


 

 

POEMAS EPIGRÁFICOS

 

 

Los muros de la Alhambra está llenos de decoración caligráfica, escrituras cursivas y cúficas  realizados por tres poetas de la Corte de Granada, Ibn al-Yayyab (1274-1349), Ibn al-Jatib (1313-1375) e Ibn Zamrak (1333-1393), que fueron secretarios de la cancillería real y primeros ministros. De entre ellos Ibn Zamrak es considerado como el más brillante de los poetas de la Alhambra.

 

 

POEMA DE LA TACA DERECHA DEL PÓRTICO NORTE DEL PALACIO DEL GENERALIFE

 

 

«Taca en la puerta del salón más feliz
para servir a Su Alteza en el mirador.
¡Por Dios, qué bella es alzada
a la diestra del rey incomparable!
Cuando en ella aparecen los vasos de agua,
son como doncellas subidas a lo alto.
Regocíjate con Ismail, por quien
Dios te ha honrado y hecho feliz.
¡Subsista por él el Islam con fortaleza
tan poderosa, que sea la defensa del trono!» 


 

 

POEMA DE LA PUERTA DE COMARES

 

 

 «Soy corona en la frente de mi puerta:
envidia al Occidente en mí el Oriente.
Al-Gani billah mándame que aprisa
paso dé a la victoria apenas llame.
Siempre estoy esperando ver el rostro
del rey, alba que muestra el horizonte.
¡A sus obras Dios haga tan hermosas»    


 

 

POEMA MIRADOR DE DARAXA

 

 

Cada una de las artes me he enriquecido con su especial belleza y dotado de su esplendor y perfecciones.
Aquel que me ve juzgue por mi hermosura de la esposa que se dirige a este vaso y le pide sus favores.
Cuando el que me mira contempla atentamente mi hermosura se engaña la mirada de sus ojos con una apariencia.
Pues al mirar a mi espléndido fondo cree que la luna llena tiene aquí fija su morada habiendo abandonado sus mansiones por las mías.
No estoy sola, pues desde aquí contemplo un jardín admirable.
No vieron los ojos cosa semejante a él.
Este es el palacio de cristal;
sin embargo, ha habido quien al verlo le ha juzgado un océano proceloso y conmovido.
Todo esto lo construyó el Imán Ibn Nasr(*);
sea Dios guardián para los demás reyes de su grandeza.
Sus ascendientes en la antigüedad alcanzaron mayor elevación
pues ellos hospedaron al Profeta y sus deudos.

 

 

 (*)El Imán Ibn Nasr es Mohamed V.    

 

 

El secreto de las tumbas nazaries

 

 

El último rey  de Granada, Boabdil  el Chico, se llevó del cementerio real de la Alhambra los restos mortales de sus antepasados, cuyo nuevo lugar de enterramiento continúa siendo un misterio
Una especie de maldición parecía ceñirse sobre el destino del último rey nazarí de Granada. En las vísperas de la rendición, con los príncipes nazaríes en manos de los Reyes Católicos, la tristeza de la reina Morayma/Aissa se agudizaba. Por su parte, su hijo Boabdil, según dicen las crónicas, no paraba de lamentarse: «¿Por qué la muerte no ha querido ni quiere de mí nunca!».  


 

 

LEYENDA PUERTA JUSTICIA

 

 

Cuenta una leyenda sobre la puerta de la Justicia, relacionada con la construcción misma de la Alhambra. Siempre se ha hablado de la dedicación puesta en la construcción de la Alhambra, tanto en lo decorativo como en lo arquitectónico. Se asegura que tan sumamente recia era su construcción que, aún recibiendo el ataque de mil ejércitos enemigos, jamás caería. Así pues, el día que la llave del arco interior de la Puerta de la Justicia y la mano de su arco exterior se unan, es decir, si la Alhambra cae, será por que ha llegado el fin del mundo.

 

 

Otra leyenda cuenta sobre el Arco de la Justicia, que tal era la magnificencia de esta entrada a la Alhambra, que se aseguraba que ningún caballero, montado a caballo con su lanza, podría tocar con la punta de ésta la mano esculpida en lo alto del arco exterior. Tan seguros estaban de ello, que aseguraban que quien lo consiguiese conquistaría el trono de la Alhambra. 

 

 

 


 

 

LA LEYENDA "PATIO de los LEONES"

 

 

Hubo una vez, hace ya bastantes años, una princesa árabe. Era bella, inteligente y sensible; pero su padre, el rey, era todo lo contrario: frío, cruel, malvado, tacaño y le gustaba mucho hacer daño.

 

 

La princesa, junto a su padre, viajó a Al-Andalus, y se alojó en la Alhambra de Granada.

 

 

Al rey, solo con pisar Granada, le entraban nauseas; mientras que a la princesa cada paso que daba le parecía un sueño. Zaira, que así se llamaba la princesa, se sentía mas granadina que africana, ya que su país le parecía un infierno.

 

 

El rey, puesto que era muy celoso le prohibía a Zaira salir a la calle y relacionarse con la gente. Solo tenía la compañía de un talisman que le colgaba del cuello.  El lugar en el que más tiempo pasaba la princesa, era un patio muy iluminado, donde un día se saltó un muchacho, y le dijo que la había visto desde afuera y la quería mucho; ella le respondió que también lo quería, pero que se fuera, porque como lo viera su padre o uno de sus 11 hombres, le cortaría la cabeza. Entonces se fue el muchacho con la promesa de volver.

 

 

El día en el que volvió, Arturo, que así se llamaba el muchacho, el rey lo vio y lo encerró en las mazmorras. Poco después la princesa, abatida, porque su amado podía morir, encontró en una habitación, el diario de su padre.
Pensó que no debía leerlo, algo en su interior la impulsaba a abrirlo. Lo hizo y en una de las páginas del diario, que fue‚ escrita cuando ella tenía tan solo un año de edad, leyó lo siguiente:

 

 

"Ya he matado al rey y a la reina. De la princesa Zaira me he apiadado. Gracias a mis 11 hombres, he conseguido ocupar el trono. Espero que la princesa no se entere nunca del maleficio de su talismán. Ahora ella creerá que yo soy su padre."

 

 

Zaira, confusa, llamó al rey, a sus 11 hombres y los reunió en el patio donde ella solía estar. Llorando, le preguntó al rey si lo que había leído era verdad. El rey, convencido de que con sus 11 hombres al lado, Zaira no podía ni tan siquiera tocarlo, le dijo que era verdad.

 

 

En ese mismo instante, Zaira, tuvo un recuerdo. Recordó que su madre, le había echado un maleficio a su talismán que decía que cuando Zaira supiera la verdad, al rey y a sus 11 hombres, les pasaría algo terrible. Entonces el amuleto se activó. Zaira, sentía que en ese momento, la rabia de un león, y eso dio lugar a que el talisman convirtiera al rey y a sus 11 hombres, en leones de piedra.

 

 

Desde entonces, a ese patio se llama el "Patio de los Leones" y su fuente tiene 12 leones alrededor que son el rey, y sus 11 hombres, que al ser convertidos en leones de piedra llevan ahí desde entonces.

 

 

Después de aquello, Zaira rescató a Arturo y vivieron felices para siempre.

 

 

El llanto de Boabdil

 

 

No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre.
Dicen de esta frase que fue pronunciada por Aixa, madre de Boabdil cuando éste rindió Granada. Eran las tres de la tarde del 2 de enero de 1492 cuando Abu Abdallah Muhammad b. Ali, Muhammad XII, Boabdil para los cristianos, salió de la Alhambra por la puerta más cercana al Genil. Allí acongojado y roto por el dolor, el emir se bajó de su caballo e inclinándose ante el Rey Fernando de Aragon y todo su séquito de nobles intentó besarle la mano mientras le entregaba las llaves de la ciudad. El Rey, sosteniéndole, lo incorporó para evitarle la deshonra y tomó las llaves de la Alhambra, se las dio a Isabel, la Reina, y ésta a su vez al Príncipe Juan, quien se las pasó al que sería nombrado alcaide la Alhambra, el conde de Tendilla.   


 

 

Poema Fuente del JARDIN DE DARAXA

 

 

Yo soy un orbe de agua que se muestra a las criaturas diáfano y transparente una gran Océano cuyas riberas son labores selectas de mármol escogido «y cuyas aguas, en forma de perlas, corren sobre un inmenso hielo primorosamente labrado. Me llega a inundar el agua, pero yo, de tiempo en tiempo, voy desprendiéndome del transparente velo con que me cubre.

 

 

Entonces yo y aquella parte del agua que se desprende desde los bordes de la fuente, aparecemos como un trozo de hielo, del cual parte se liquida y parte no se liquida. Pero, cuando mana con mucha abundancia, somos sólo comparables a un cielo tachonado de estrellas.

 

 

Yo también soy una concha y la reunión de las perlas son las gotas,
semejantes a las joyas de la diestra mano que un artífice colocó
en la corona de Ibn Nasr del que, con solicitud, prodigó para mí los tesoros de su erario.

 

 

Viva con doble felicidad que hasta el día el solicito varón de la estirpe de Galib, de los hijos de la prosperidad, de los venturosos, estrellas resplandecientes de la bondad, mansión deliciosa de la nobleza.
De los hijos de la cabila de los Jazray, de aquellos que proclamaron la verdad y ampararon al Profeta.

 

 

El ha sido nuevo Sa'd que, con sus amonestaciones, ha disipado y convertido en luz todas las tinieblas y constituyendo a las comarcas en una paz estable ha hecho prosperar a sus vasallos.
Puso la elevación del trono en garantía de seguridad a la religión y a los creyentes. Y a mí me ha concedido el más alto grado de belleza, causando mi forma admiración a los sabios.

 

 

Pues nunca se ha visto cosa mayor que yo, en Oriente ni en Occidente

ni en ningún tiempo alcanzó cosa semejante a mí,
rey alguno, en el extranjero ni en la Arabia.»   


 

 

Sala DOS HERMANAS

 

 

Jardín yo soy que la belleza adorna:
sabrá mi ser si mi hermosura miras.
Por Mohamed, mi rey, a par me pongo
de lo más noble que será y ha sido.
Obra sublime, la fortuna quiere que a todo momento sobrepase.
¡Cuánto recreo aquí para los ojos!
Sus anhelos el noble aquí renueva.
Las Pléyades les sirven de amuleto;
la brisa la defiende con su magia.
Sin par luce una cúpula brillante,
de hermosuras patente y escondidas.
Rendido de Géminis la mano;
viene con ella a conversar la Luna.                          
Incrustarse los astros alli quieren,              
sin más girar en la celeste rueda,
y en ambos patios aguardar sumisos,
y servirle a porfía como esclavas:
No es maravilla que los astros yerren
y el señalado límite traspasen,
para servir a mi señor dispuestas,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
El pórtico es tan bello, que el palacio
con la celeste bóveda compite.
Con tan bello tisú lo aderezaste,
que olvido pones del telar del Yemen.
¡Cuántos arcos se elevan en su cima,
sobre las columnas por la luz ornadas,
como esferas celestes que voltean
sobre el pilar luciente de la aurora!
Las columnas en todo son tan bellas,
que en lenguas, corredora, anda su fama:
lanza el mármol su clara luz, que invade
la negra esquina que tiznó la sombra;
irisan sus reflejos, y dirías
son, a pesar de su tamaño, perlas.
Jamás vimos jardín más floreciente,
de cosecha más dulce y más aroma.
Por permiso del juez de la hermosura
paga, doble, el impuesto en alcázar más excelso,
de contornos más claros y espaciosos.
Jamás dos monedas,
pues si, al alba, del céfiro en las manos
deja dracmas de luz, que bastarían,
tira luego en lo espeso, entre los troncos,
dobles de oro de sol, que lo engalanan.
(Le enlaza el parentesco a la victoria:
Sólo el Rey este linaje cede).

 

 

La rendición de Granada

 

 

Según las crónicas cristianas, o quien sabe, la leyenda surgida de momento tan doloroso, Boabdil montó en su caballo para dirigirse a los feudos que los Reyes Católicos le habían cedido para su disfrute en Adra, y desde el cerro más cercano detuvo su montura. Quiso volver su vista atrás para echar una última mirada a su reino perdido, y desolado, lloró como un niño. A sus espaldas, fue la sultana Aixa, su madre, quien pronunció tan lapidaria frase.El cerro se llama “Suspiro del moro”.
Verdad o mentira, lo cierto es que el último bastión moro, Granada, llevaba años sufriendo el empuje de las tropas cristianas. Abandonados por sus aliados; negada la ayuda desde Marruecos y Egipto, a quienes le habían solicitado auxilio; convencidos de que por mar ya no llegaría la flota otomana que los liberara de aquel largo asedio, los granadinos asistían a una muerte lenta. Rendición o muerte. Era la trágica disyuntiva de un grandioso reino que había caído en el caos económico y social y finalmente, en manos cristianas. Aquellos años de grandeza, de reino que deslumbraba allá donde se pronunciaba su nombre, de riquezas por la seda, por la orfebrería, por las yeserías y por la alfarería estaban en su punto final. 


 

 

3º Poema en la TORRE de la CAUTIVA

 

 

Cuenta una leyenda de la Alhambra que Doña Isabel de Solís, hija del comendador Sancho Jiménez de Solís, fue hecha prisionera por los servidores de rey Muley Hacén (del que toma nombre el pico Mulhacén, en Sierra Nevada) y llevada a esta torre, en la que estuvo presa. Era tal su belleza, que el sultán se enamoró de ella convirtiéndola en su esposa principal.

 

 

La sultana Aixa, hasta entonces la primera dama de la Corte, presa de celos, enemistó al rey con su hijo Boabdil, que le arrebató el trono a su padre. La Torre de la Cautiva, toma el nombre de este acontecimiento.  

 

 

«Esta obra ha venido a engalanar la Alhambra;
es morada para los pacíficos y para los guerreros;
Calahorra que contiene un palacio.
¡Di que es una fortaleza y a la vez una mansión para la alegría!
Es un palacio en el cual el esplendor está repartido
entre su techo, su suelo y sus cuatro paredes;
en el estuco y en los azulejos hay maravillas,
pero las labradas maderas de su techo aún son más extraordinarias;
fueron reunidas y su unión dio lugar a la más perfecta
construcción donde ya había la más elevada mansión;
parecen imágenes poéticas, paranomasias y trasposiciones,
los enramados e incrustaciones.
Aparece ante nosotros el rostro de Yusúf como una señal
es donde se han reunido todas las perfecciones.
Es de la gloriosa tribu de Jazray cuyas obras en pro de la religión
son como las aurora cuya luz aparece en el horizonte.»  

 

 

EL SUSPIRO DEL MORO

 

 

 

Tras arrebatar los Reyes Católicos el último reducto de la dominación musulmana a Boabdil (Mohamed Abu Abdalahyah); el rey moro y su séquito fueron desterrados de Granada y les fue cedido un pequeño territorio en las áridas Alpujarras, donde aguantarían aún unos años. La caída de Granada se debió a la despreocupación de Boabdil por la defensa de Granada y su afinidad a las fiestas y al ocio. Camino a su destierro, Boabdil no osó girar la mirada hacia Granada, y sólo cuando estuvo a mucha distancia, sobre la colina conocida por El Suspiro del Moro se detuvo y observando por última vez su palacio... suspiró, y rompió a llorar. , y fue su propia madre quien le dijo: "Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre". 

 

 

LA AVENTURA DEL ALBAÑIL

 

 

Había en otro tiempo un pobre albañil en Granada, que guardaba los días de los santos y los festivos -incluyendo a San Lunes-, y el cual, a pesar de toda su devoción, iba cada vez más pobre y a duras penas ganaba el pan para su numerosa familia. Una noche despertó de su primer sueño por un aldabonazo que dieron en su puerta. Abrió, y se encontró con un clérigo alto, delgado y de rostro cadavérico.

 

 

-¡Oye, buen amigo! -le dijo el desconocido-. He observado que eres un buen cristiano y que se puede confiar en ti. ¿Quieres hacerme un chapuz esta misma noche?

 

 

-Con toda mi alma, reverendo padre, con tal de que se me pague razonablemente.

 

 

-Serás bien pagado; pero tienes que dejar que se te venden los ojos.

 

 

El albañil no se opuso; por lo cual, después de taparle los ojos, lo llevó el cura por unas estrechas callejuelas y tortuosos callejones, hasta que se detuvieron en el portal de una casa. El cura, haciendo uso de una llave, descorrió la áspera cerradura de una enorme puerta. Luego que entraron, echó los cerrojos y condujo al albañil por un silencioso corredor, y después por un espacioso salón en el interior del edificio. Allí le quitó la venda de los ojos y lo pasó a un patio débilmente alumbrado por una solitaria lámpara. En el centro del mismo había una taza sin agua de una antigua fuente morisca, bajo la cual le ordenó el cura que formase una pequeña bóveda, poniendo a su disposición, para este objeto, ladrillos y mezcla. Trabajó el albañil toda la noche, pero no pudo concluir la obra. Un poco antes de romper el día el cura le puso una moneda de oro en la mano y, vendándole de nuevo los ojos, le condujo otra vez a su casa.

 

 

-¿Estás conforme -le dijo- en volver a concluir tu trabajo?

 

 

-Con mucho gusto, padre mío, con tal de que se me pague bien.

 

 

-Bueno; pues, entonces, mañana a medianoche vendré a buscarte.

 

 

Lo hizo así, y se concluyó la obra.

 

 

-Ahora -dijo el cura- me vas a ayudar a traer los cuerpos que se han de enterrar en esta bóveda.

 

 

Al oír estas palabras se le erizó el cabello al pobre albañil; siguió al cura con paso vacilante hasta una apartada habitación de la casa, esperando ver algún horroroso espectáculo de muerte; pero cobró alientos al ver tres o cuatro orzas grandes arrimadas a un rincón. Estaban llenas -al parecer- de dinero, y con gran trabajo consiguieron entre él y el clérigo sacarlas y ponerlas en su tumba. Entonces se cerró la bóveda, se arregló el pavimento y cuidose que no quedara la menor huella de haberse trabajado allí. El albañil fue vendado de nuevo y sacado fuera por un lugar distinto de aquel por donde había sido introducido anteriormente. Después de haber caminado mucho tiempo por un confuso laberinto de callejas y revueltas, se detuvieron. El cura le entregó dos monedas de oro, diciéndole:

 

 

-Espera aquí hasta que oigas las campanas de la Catedral tocar a maitines; si tratas de quitarte la venda de los ojos antes de tiempo te ocurrirá una tremenda desgracia.

 

 

Y esto diciendo, se marchó. El albañil esperó fielmente, contentándose con tentar entre sus manos las monedas de oro y con hacerlas sonar una con otra. En cuanto las campanas de la Catedral dieron el toque matinal se descubrió los ojos y se encontró en la ribera del Genil, desde donde se fue a su casa lo más presto que pudo, pasándolo alegremente con su familia por espacio de medio mes con las ganancias de las dos noches de trabajo, y volviendo después a quedar tan pobre como antes.

 

 

Continuó trabajando poco y rezando mucho, y guardando los días de los Santos y festivos de año en año, mientras su familia, flaca, desharrapada y consumida de miseria, parecía una horda de gitanos. Hallábase cierta noche sentado en la puerta de su casucho cuando he aquí que se le acerca un rico viejo avariento, muy conocido por ser propietario de numerosas fincas y por sus mezquindades como arrendatario. El acaudalado propietario quedose mirando fijamente a nuestro alarife por un breve rato y, frunciendo el entrecejo, le dijo:

 

 

-Me han asegurado, amigo, que te abruma la pobreza.

 

 

-No hay por qué negarlo, señor, pues bien claro se trasluce.

 

 

-Creo, entonces, que te convendrá hacerme un chapucillo, y que me trabajarás barato.

 

 

-Más barato, mi amo, que cualquier albañil de Granada.

 

 

-Pues eso es lo que yo deseo; poseo una casucha vieja que se está cayendo, y que más me cuesta que me renta, pues a cada momento tengo que repararla, y luego nadie quiere vivirla; por lo cual me propongo remendarla del modo más económico y lo meramente preciso para que no se venga abajo.

 

 

Llevó, en efecto, al albañil a un caserón viejo y solitario que parecía iba a derrumbarse. Después de atravesar varios salones y habitaciones desiertas, entró nuestro albañil en un patio interior, donde vio una vieja fuente morisca, en cuyo sitio detúvose un momento, pues le vino a la memoria un como recuerdo vago del mismo.

 

 

-Perdone usted, señor. ¿Quién habitó esta casa antiguamente?

 

 

-¡Malos diablos se lo lleven! -contestó el propietario-. Un viejo y miserable clerizonte, que no se cuidaba de nadie más qué de sí mismo. Se decía que era inmensamente rico, y, no teniendo parientes, se creyó que dejaría toda su fortuna a la Iglesia. Murió de repente, y los curas y frailes vinieron en masa a tomar posesión de sus riquezas, pero no encontraron más que unos cuantos ducados en una bolsa de cuero. Desde su fallecimiento me ha cabido la suerte más mala del mundo, pues el viejo continúa habitando mi casa sin pagar renta, y no hay medio de aplicarle la ley a un difunto. La gente afirma que se oyen todas las noches sonidos de monedas en el cuarto donde dormía el viejo clérigo, como si estuviera contando su dinero, y, algunas veces, gemidos y lamentos por el patio. Sean verdad o mentira estas habladurías, lo cierto es que ha tomado mala fama mi casa, y que no hay nadie que quiera vivirla.

 

 

-Entonces -dijo el albañil resueltamente- déjeme usted vivir en su casa hasta que se presente algún inquilino mejor, y yo me comprometo a repararla y a calmar al conturbado espíritu que la inquieta. Soy buen cristiano y pobre; y no me da miedo del mismo diablo en persona, aunque se me presentara en la forma de un saco relleno de oro.

 

 

La oferta del honrado albañil fue aceptada alegremente; se trasladó con su familia a la casa y cumplió todos sus compromisos. Poco a poco la volvió a su antiguo estado, y no se oyó más de noche el sonido del oro en el cuarto del cura difunto; pero principió a oírse de día en el bolsillo del albañil vivo. En una palabra: que se enriqueció rápidamente, con gran admiración de todos sus vecinos, llegando a ser uno de los hombres más poderosos de Granada; que dio grandes sumas a la Iglesia, sin duda para tranquilizar su conciencia, y que nunca reveló a su hijo y heredero el secreto de la bóveda hasta que estuvo en su lecho de muerte.

 

 

 

 

 

LEYENDA DEL CABO GARCIA

 

 

Dice la leyenda que un hecho heroico sucedió a finales de la Invasión Napoleónica en Granada: Cuando las tropas del General Sebastiani se retiraban de la ciudad, el Mariscal francés Soult que las comandaba, pensó en llevar a cabo, siguiendo el protocolo de actuación de las tropas francesas al abandonar los lugares conquistados, la destrucción de las fortificaciones del lugar, en este caso la ciudadela de la Alhambra ubicada sobre la colina de la Asabika que domina la ciudad.                                                             

 

 

Las torres de la ciudad palatina se cargaron de pólvora,cuyo reguero corrió de una a otra y éstas fueron cayendo, reducidas a escombros, hasta que ya cerca de los Palacios Nazaríes, el cabo de inválidos JOSÉ GARCÍA interceptó el reguero de pólvora con su propio cuerpo, salvando así la joya más preciada de la ciudad palatina, los Palacios Nazaríes.

 

 

Poco más se sabe de este héroe. Todo viene transmitido por la tradición oral, ya que tal gesta fue corriendo de boca en boca.
 
Los hechos sucedieron en la madrugada del 16 de septiembre de 1812, y muy poco se sabe de este enigmático veterano de guerra, desconocido y con un nombre y apellido de lo más común en España. La documentación sobre el personaje y sobre su hecho heróico es escasísima, a pesar de ello al inicio de la Plaza de los Aljibes en el conjunto alhambreño hay una placa en la pared a la entrada de la Alcazaba, en homenaje a este personaje que se quedó cojo en la Batalla de Bailén y que muríó víctima del cólera en el año 1834.

 

 

La intención de volar la Alhambra quedó abortada en su mayor parte, dado que según los historiadores, los lugares que fueron afectados fueron los puramente defensivos: diez torres de la zona alta y la Torre de los Siete Suelos.¿Tenían intención los franceses de destruir los Palacios Nazaríes? Y porqué un hecho tan importante de heroicidad está envuelto más en la leyenda que en bases documentales?

Creo que la respuesta es sencilla: la Alhambra  siempre será un mito y los mitos siempre estarán envueltos en el misterio...

 
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